Tenía razón el maestro Eloy Quintero cuando decía que “los usos y costumbres de los pueblos deben ser respetados”. Tanto como para cabrearse al ver como sin ton, ni son, lo que siempre se llamó en El Pinar y la isla “Tecorón” o “Tecorone”, pasó a denominarse oficialmente Tacorón.
Es precisamente esta una de las primeras palabras insulares que adquirió conciencia castellana. Así lo señala Abreú y Galindo en su “Historia de la Conquista de Canarias” que ubicó ese punto como el lugar en que desembarco Jean de Bethancourt con toda la corte castellana detrás: “Tomó puerto en el lugar que los naturales llamaban Tecoroné, que es en Las Calmas de la isla, junto a otro puerto que llamaban Iramase, y al presente Naos”.
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