Foto: Juan Fernández "Baltazar"
Con la quema de la casa de María Hernández y el tambor de Matías Padrón Hernández, El Pinar pierde el grande y se queda con dos chicos (uno de la iglesia, el otro de Nicolás Quintero). Es allí donde emerge la figura de Juan Fernández como artesano del tambor y sus creaciones se convierten en un referente, por el alcance y la intensidad de sus sonidos. El maestro Don Luis Arvelo le aporta las medidas, establece sus proporciones actuales y comienzan a colocarse los tambores de El Pinar por toda isla y más allá. Pero es con Damaso Padrón Hernández, quien aprendiera el oficio con las enseñanzas del mismo Juan Fernández, que el sonido del tambor herreño va a ganar la identidad que lo identifica con los artesanos de El Pinar: en la actualidad casi todos los que están en uso salen de su taller.
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