martes, 10 de noviembre de 2009

La valentía tiene nombre de mujer


(María Hernández Quintero al centro con su marido y familia)


María Hernández Quintero “Liboria” venía de trabajar en el campo. No es difícil imaginar el coraje de esta mujer de raza cuando le dijeron que a su hijo se lo habían llevado al Casino, como a cada uno de los hombres del pueblo que encontró a su paso la falange y no les cuadró (por haber ejercido hasta ese momento el derecho democrático a tener una opinión, rencillas con alguno de los nuevos verdugos o por simple abuso). Era más chico que los otros y tal vez por eso su hijo, Juan Quintero, tuvo más suerte que los muchos que sacaron del salón y fueron lanzados al balcón, como apilando cuerpos vencidos de todo un pueblo, sin fuerza ni conocimiento para dar ni siquiera un paso.
Fueron tanto los palos que se repartieron en el Casino que debe considerarse un milagro que ninguno muriera en el acto. En su entrada, María encaró a los verdugos del pueblo que todavía hoy Juan no quiere mencionar, tal vez para borrarlos de la historia que traicionaron: "¡No les da vergüenza que están matando el pueblo a palos!"
Entró. Siguió gritando. Su rebeldía y desesperación podía convertirse en ejemplo. ¡Sinvergüenzas! ¡Bandidos! ¡Qué están matando un pueblo! Y María Hernández Quintero paró los palos en el Casino. Y la valentía en El Pinar tiene nombre de mujer.


(Fuente de memoria Juan Quintero)

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